Cuando vengan dificultades, ¿qué hacemos?


Los cristianos que están sufriendo buscan alivio de la biblia en medio de los sufrimientos. Pedro escribió su primera epístola para cristianos que sufrían en gran manera. Pedro llamó sus circunstancias “el fuego de prueba” (4:12). Muchas veces la culpa de nuestras dificultades es nuestra, pero estos creyentes no habían hecho nada más que seguir a Jesucristo. La respuesta de Pedro es inesperada: él les dirigió a Jesucristo y sus sufrimientos.
Pedro concluyó el tema de sufrir como cristiano en al fin del capítulo cuatro: “De modo que los que padecen según la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador, y hagan el bien” (1ª Pedro 4:19). Él nos da tres consejos para situaciones difíciles.

Nuestro sufrimiento es la voluntad de Dios.

Es posible que nos sorprenda cuando dice Pedro que los cristianos “padecen según la voluntad de Dios.” Aunque los lectores sufrían injustamente sin causa, Pedro les aseguró que esas dificultades no le sorprendieron a Dios; más bien, Dios las había ordenado y las había diseñado para que la gloria de Jesucristo se difundiera de las vidas de sus seguidores (4:13). Recordemos que la voluntad de Dios es su propia gloria; no es nuestra comodidad.

Nuestra necesidad más grande en los sufrimientos es confiar en el Dios soberano.

Porque tenemos un Dios soberano, Pedro nos ruega que pongamos nuestras vidas en las manos de nuestro “fiel Creador.” Muchas veces dejamos de obedecer la Palabra de Dios cuando vengan dificultades. No tomamos en cuenta que Dios, quien creó todo el universo y lo mantiene para su gloria, es capaz—más que capaz—de gobernar nuestras vidas por medio de las dificultades (5:10–11). Confiemos en Dios con nuestras vidas.

Nuestra responsabilidad en los sufrimientos es obedecer la Palabra de Dios.

Pero, ¿qué debemos hacer? Mientras confiamos en nuestro Dios soberano, quien ordenó nuestros sufrimientos, debemos “hacer el bien.” Debemos pasar nuestras vidas en santidad (1:13–16; 2:11–12), obedeciendo las autoridades (2:13–3:6), y amándonos unos a otros (3:8; 4:8–11).
Las dificultades exigen obediencia bíblica. Cuando vengan sufrimientos o dificultades, confiemos en Dios y hagamos el bien.
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