¿Cómo sabemos que estamos
haciendo la voluntad de Dios? Aunque tenemos muchas preguntas, la más
importante es: ¿Qué quiere Dios que yo haga? Es importante que recordemos dos
cosas: primero, Dios se ha revelado a Sí mismo por medio de Su palabra, la
Biblia. Si decimos que queremos obedecer a Dios, debemos saber lo que Dios ha
dicho en la Biblia. De lo contrario,
sería pura tontería para decir que queremos agradar a Dios pero sin obedecer Su
palabra. Si no estamos dispuestos a obedecer la palabra de Dios, ¿por
qué buscaríamos otra revelación de Dios? Por eso, hacer la voluntad de Dios
empieza con obedecer la Biblia. Segundo, saber la voluntad de
Dios no implica que sepamos todo lo que nos va a pasar en la vida. Las
Escrituras dicen que vivimos por fe—por fe en Dios y en Su palabra. A veces
pensamos que podemos saber la voluntad de Dios como si nos metiéramos en un
cine para ver una película de nuestra vida, para que luego de haberla visto la pudiéramos vivir. Pero saber
la voluntad de Dios es más como si estuviéramos viendo una escena a la vez, y
luego, actuando lo que hubiéramos visto, y otra vez volviendo a ver otra
escena. Este proceso va a tomar toda la vida—una vida de fe.
Bueno, si en realidad estamos dispuestos a obedecer la voluntad de Dios, aún nos quedaría por contestar la pregunta ¿cómo sabemos lo que quiere que hagamos? Me gustaría contestar esta pregunta con cinco pruebas, o cinco preguntas, que forman un filtro o un embudo que nos lleva desde las muchas cosas que podríamos hacer, hacia las que Dios realmente quiere que hagamos.
Bueno, si en realidad estamos dispuestos a obedecer la voluntad de Dios, aún nos quedaría por contestar la pregunta ¿cómo sabemos lo que quiere que hagamos? Me gustaría contestar esta pregunta con cinco pruebas, o cinco preguntas, que forman un filtro o un embudo que nos lleva desde las muchas cosas que podríamos hacer, hacia las que Dios realmente quiere que hagamos.
Filtro #1: Debemos obedecer la voluntad de Dios revelada en la Biblia.
Muchas veces no tenemos que
buscar la voluntad de Dios, porque la Biblia nos la dice. Por ejemplo, 1ª Tesalonicenses
4:3 dice que “la voluntad de Dios es vuestra santificación.” No tenemos que
preguntarnos lo que Dios quiere que hagamos—nada más debemos obedecer. En el
siguiente capítulo, dice que debemos “estar siempre gozosos, orar sin cesar, y
dar gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios” (1ª Tesalonicenses
5:16–18). La primera etapa de buscar y hacer la voluntad de Dios es obedecer lo
que Dios ya ha dicho en la Biblia.
Y en cuanto a esto, a todos
nosotros nos falta mucho para hacer la voluntad de Dios que ya está revelada en
la Biblia. Según cabe suponer, el escritor Mark Twain dijo, “No me molesta de
la Biblia lo que no entiendo, sino lo que sí entiendo.” Si queremos hacer la
voluntad de Dios, necesitamos entregarnos a la voluntad de Dios revelada en las
Escrituras.
Filtro #2: Debemos vivir según los principios bíblicos.
Cuando hablo de un principio
bíblico, me refiero a aquellas verdades de la Palabra de Dios que tienen autoridad
en todos los tiempos y en todas las culturas. Como cristianos, todo lo que
hacemos debe tener un principio bíblico como base. Deberíamos poder explicar
nuestras acciones y actitudes con razones bíblicas todo el tiempo. Si no podemos
explicar lo que hacemos con las Escrituras, entonces deberíamos dudar si fuera
lo correcto. La Biblia dice que debemos “hacerlo todo para la gloria de Dios”
(1ª Corintios 10:31), y por eso, todo lo que hacemos o pensamos debe ser
conforme a la Biblia. La palabra de Cristo debe morar en abundancia en nosotros
(Colosenses 3:16).
Filtro #3: Nuestra iglesia, la asamblea de los creyentes, nos puede ayudar a saber la voluntad de Dios.
Muchas veces no pensamos en la
importancia de la comunidad de los creyentes para ayudarnos a saber lo que
debemos hacer. Muchos cristianos creen que su vida espiritual es un asunto
privado, pero el Nuevo Testamento nos dice que no es así. La iglesia es el escenario
en que servimos y también nos provee con liderazgo espiritual para confirmar
nuestros dones y deseos. Podemos ver estos dos en Hechos 13: Saulo y Bernabé
estaban ministrando en la iglesia de Antioquia, y el Espíritu Santo dijo,
“Apártenme a Bernabé y Saulo para la obra que los he llamado” (Hechos 13:2).
Aunque fueron enviados por el Espíritu Santo (13:4), el liderazgo de la iglesia
confirmó el llamamiento de Dios al imponerles las manos y despedirlos (13:3).
Primero, este llamamiento fue ubicado en una iglesia. Segundo, los hombres
estaban sirviendo al Señor en la iglesia al momento que vino el llamamiento.
Tercero, la iglesia aceptó y confirmó que estos hombres eran llamados por Dios,
y los despidió y los envió de la iglesia.
Otro ejemplo de cómo la
iglesia puede ayudar a saber la voluntad de Dios es cuando la iglesia de los
corintios envió al hermano para entregar la ofrenda a las iglesias de Judá (2ª
Corintios 8:18–19). Este hermano “fue designado por las iglesias para llevar su
donativo y demostrar su buena voluntad.” Por eso, todos los creyentes deben
estar involucrados en servir en su iglesia y todos deben someterse al liderazgo
de su iglesia, porque Dios ha puesto a los líderes sobre nosotros (1ª Tesalonicenses
5:12–13; Hebreos 13:7, 17). Esos líderes pueden identificar y confirmar los
dones y el llamamiento.
Filtro #4: Dios ha dado dones a cada creyente que le capacitan para servir.
1ª Corintios 12 nos dice que
Dios ha dado una diversidad de dones a los creyentes para beneficiar al cuerpo
de Cristo. Cada cristiano tiene algunos dones y habilidades de Dios para que encaje
perfectamente en el lugar que Dios le ha preparado. ¿Cómo sabe un cristiano
cuáles dones y habilidades tiene? La iglesia con su liderazgo le puede ayudar a
entender sus dones y cómo los puede poner en obra. Debemos tomar en cuenta a
los hombres que Dios ha encargado en la iglesia para “apacentar la grey de
Dios” (1ª Pedro 5:2).
Filtro #5: Dios coloca deseos y anhelos en el corazón de cada creyente.
El asunto de los deseos del
corazón puede ser muy subjetivo, pero Dios pone los deseos o las cargas en los
corazones de los cristianos para servirle. No los debemos tomar a la ligera
porque sabemos que el anhelo para la obra del obispado es de Dios (1ª Timoteo
3:1). En 2ª Corintios 8:16, Pablo dice que Dios puso la carga del ministerio en
Corinto en el corazón de Tito. Es difícil saber por cierto, pero Dios dará un
deseo para servir que nada puede quitar. Para ellos, saben que Él quiere que le
sirvan porque no puede hacer nada más. Por
lo tanto, y aunque es difícil determinarlo, los deseos y los anhelos que
disponen nuestros corazones hacia la obra del ministerio, también deben ser
considerados como parte de la voluntad que Dios quiere que nosotros hagamos.
Para resumir, tenemos cinco
filtros o cinco preguntas que nos podemos hacer para saber la voluntad de Dios.
- El primer filtro es lo que Dios ha revelado en la Biblia. ¿Prohíbe la Biblia que yo haga esto? Debo obedecer a la Palabra de Dios. Si la Biblia no lo prohíbe, puedo pasar a la próxima pregunta.
- El segundo filtro es lo de los principios bíblicos. ¿Me dan los principios bíblicos consejo específico en este asunto? Debo aplicar los principios de la Biblia. Si no, puedo pasar a la próxima pregunta.
- El tercer filtro es mi propia iglesia. ¿Me da dirección el liderazgo de la iglesia en este asunto? Si me guía, debo someterme a la autoridad que Dios ha puesto. Si no, puedo pasar a la próxima pregunta.
- El cuarto filtro es los dones y habilidades que Dios me ha dado. ¿Cómo me ha capacitado Dios para servir a su Cuerpo? ¿Hay una oportunidad para servir? ¿Tengo la habilidad para servir? Si tengo una oportunidad y también la habilidad, debo servir (Romanos 12:6). Si no, puedo pasar a la próxima pregunta.
- El quinto filtro es el deseo que tengo para servir a Dios. ¿Me ha dado Dios un deseo que permanece para servirle así? Si lo tengo, debo servir diligentemente. Si no, tal vez el tiempo o algunos detalles no estén bien.
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