Hemos hecho una definición de qué es un anciano, y hemos visto las calificaciones que la Biblia nos da para un anciano, pero ¿qué es la tarea de los ancianos?
Dios manda que los ancianos pastoreen la grey (v. 2), lo cual quiere decir que deben liderar a los creyentes congregados en una ubicación. (cf. 1ª Timoteo 3:4–5). La metáfora de la grey ilustra que los ancianos conocen a la grey y que los creyentes conocen a los ancianos. Es importante recordar que la grey pertenece a Dios (es “la grey de Dios”). No es la grey de los ancianos, sino de Dios (cf. Hechos 20:28). Los ancianos están pastoreando a las ovejas de Dios por el Príncipe de los pastores, Jesucristo mismo (v. 4).
¿Cómo pastorea el anciano la grey? Cuida de ella (v. 2), con sus motivos enfocados en Dios. Pastorea a las ovejas de Dios no porque tiene que hacer este trabajo, sino porque Dios le ha escogido y otorgado para hacer el trabajo (cf. 1ª Timoteo 3:1). Pastorea a las ovejas de Dios no para ganancia personal, sino con motivaciones puras—para servir a Dios. Pastorea a las ovejas de Dios no como un dueño, sino como líder y ejemplo.
Sin embargo, es evidente en cada asamblea que todos los miembros son diferentes, debido a los dones que Jesucristo ha dado a la iglesia (4:7). Pablo cita del Salmo 68:18 para demostrar que después de su ministerio en la tierra, Jesucristo subió al cielo y dio a individuos a la iglesia (4:8–10): apóstoles, profetas, evangelistas, pastores, y maestros (4:11). Los primeros tres grupos de individuos fueron enviados directamente por Dios. Los apóstoles fueron enviados personalmente por Jesucristo (Hechos 1:21–22), los profetas recibieron revelación sobrenatural de Dios (2ª Pedro 1:20–21; cf. 1ª Corintios 2:10–13), y los evangelistas fueron mandados con el evangelio a individuos y lugares específicos (e.g., Hechos 8:26, 29, 39).
El último grupo, los pastores y maestros, sería muy familiar a la iglesia en Efeso—los pastores a que el Nuevo Testamento se refiere como ancianos (Hechos 20:17). Dios ha otorgado dones a estos hombres para liderar e instruir la iglesia. Ellos no revelaban la verdad de Dios, sino explicaban lo que los apóstoles y profetas ya habían revelado (Efesios 2:20). Ellos no llevaban el evangelio a nuevos lugares, predicando donde Cristo todavía no había sido nombrado (Romanos 15:20), sino que servían en iglesias locales que ya fueron establecidas (1ª Corintios 3:9–10).
Cuando entendemos bien el propósito de los ancianos, entendemos mejor el ministerio de la iglesia. No es la responsabilidad de los ancianos hacer la obra del ministerio, sino perfeccionar a los santos para que ellos puedan hacerla. Tal vez nos preguntamos, ¿qué es la obra del ministerio? Está explicada y clarificada en la frase siguiente, edificar el cuerpo de Cristo. La obra de la iglesia es edificar a los miembros, y esa responsabilidad pertenece a cada individuo que es miembro del cuerpo.
La primera evidencia es un entendimiento unificado de Jesucristo y que tiene como resultado, una fe en Él que está creciendo. Este tipo de unidad surge del trabajo de los pastores y maestros para perfeccionar a los santos. Los miembros están “aprendiendo a Cristo” (cf. 4:20), lo cual resulta en una vida cambiada (4:21–24).
La segunda evidencia es la madurez. Los adultos no requieren que se les cuiden; en vez de eso, pueden cuidar de otros. Así es la madurez espiritual en el cuerpo de Cristo. Los miembros toman responsabilidad unos de otros, y se dedican a “la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo.”
La tercera evidencia es la meta de cada creyente: hacerse más como Jesucristo. Por eso Dios ha salvado a los creyentes (Colosenses 3:9–10; Efesios 5:27) y también permite todo lo que pase en sus vidas (Romanos 8:28–29).
Esta unidad, madurez, y semejanza a Cristo no está fácilmente llevada de enseñanza falsa (4:14). Porque los pastores y maestros los instruyen de la Biblia, los miembros del cuerpo no son engañados por el error ni sacudidos por mentiras. El cuerpo, fuerte y maduro, está creciendo cada vez que interactúa entre sí.
Los ancianos pastorean a las ovejas (1ª Pedro 5:1–4).
El apóstol Pedro escribe a los ancianos en las iglesias (v. 1), porque él también es anciano y testigo del padecimiento de Cristo. Escribe a una iglesia que también está padeciendo, dirigiendo su foco hacia Cristo. Quiere enfocarles en la glorificación venidera que la muerte de Cristo había ganado (cf. 2ª Timoteo 4:1–2).Dios manda que los ancianos pastoreen la grey (v. 2), lo cual quiere decir que deben liderar a los creyentes congregados en una ubicación. (cf. 1ª Timoteo 3:4–5). La metáfora de la grey ilustra que los ancianos conocen a la grey y que los creyentes conocen a los ancianos. Es importante recordar que la grey pertenece a Dios (es “la grey de Dios”). No es la grey de los ancianos, sino de Dios (cf. Hechos 20:28). Los ancianos están pastoreando a las ovejas de Dios por el Príncipe de los pastores, Jesucristo mismo (v. 4).
¿Cómo pastorea el anciano la grey? Cuida de ella (v. 2), con sus motivos enfocados en Dios. Pastorea a las ovejas de Dios no porque tiene que hacer este trabajo, sino porque Dios le ha escogido y otorgado para hacer el trabajo (cf. 1ª Timoteo 3:1). Pastorea a las ovejas de Dios no para ganancia personal, sino con motivaciones puras—para servir a Dios. Pastorea a las ovejas de Dios no como un dueño, sino como líder y ejemplo.
Los ancianos pastorean una grey que no es suya para que obedezca y siga la Buen Pastor.
Los ancianos que sirven bien merecen un premio no físico, sino eterno (v. 4). El premio lo recibirán más tarde del líder que es el perfecto ejemplo, Jesucristo.Los ancianos enseñan la Palabra (Efesios 4:12–16).
En la epístola de Pablo para la iglesia en Efeso, les ruega que estén unidos porque Dios ha mostrado Su gracia hacia ellos como individuos (1:3–23) y como gentiles (2:1–22). Esta gracia de Dios incluye ambos judíos y gentiles en un cuerpo nuevo, la iglesia, que es un misterio que Dios ha revelado en estos tiempos (3:1–21). Porque Dios les ha llamado a los creyentes en Efeso (o en cualquier lugar) para ser un cuerpo, bautizados por un Espíritu, anticipando una esperanza, y confiando en un Señor, Pablo manda que sirvan juntos en unidad (4:1–6).Sin embargo, es evidente en cada asamblea que todos los miembros son diferentes, debido a los dones que Jesucristo ha dado a la iglesia (4:7). Pablo cita del Salmo 68:18 para demostrar que después de su ministerio en la tierra, Jesucristo subió al cielo y dio a individuos a la iglesia (4:8–10): apóstoles, profetas, evangelistas, pastores, y maestros (4:11). Los primeros tres grupos de individuos fueron enviados directamente por Dios. Los apóstoles fueron enviados personalmente por Jesucristo (Hechos 1:21–22), los profetas recibieron revelación sobrenatural de Dios (2ª Pedro 1:20–21; cf. 1ª Corintios 2:10–13), y los evangelistas fueron mandados con el evangelio a individuos y lugares específicos (e.g., Hechos 8:26, 29, 39).
El último grupo, los pastores y maestros, sería muy familiar a la iglesia en Efeso—los pastores a que el Nuevo Testamento se refiere como ancianos (Hechos 20:17). Dios ha otorgado dones a estos hombres para liderar e instruir la iglesia. Ellos no revelaban la verdad de Dios, sino explicaban lo que los apóstoles y profetas ya habían revelado (Efesios 2:20). Ellos no llevaban el evangelio a nuevos lugares, predicando donde Cristo todavía no había sido nombrado (Romanos 15:20), sino que servían en iglesias locales que ya fueron establecidas (1ª Corintios 3:9–10).
¿Por qué “pastores y maestros”? (4:12)
Pablo nos dice cuál es el propósito para los pastores y maestros en el versículo 12: “a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo.” En el texto original está bien claro que lo primero es el trabajo de los pastores y maestros (perfeccionar a los santos), y la meta de este trabajo es que los santos puedan hacer la obra del ministerio, la cual es edificar el cuerpo de Cristo.Cuando entendemos bien el propósito de los ancianos, entendemos mejor el ministerio de la iglesia. No es la responsabilidad de los ancianos hacer la obra del ministerio, sino perfeccionar a los santos para que ellos puedan hacerla. Tal vez nos preguntamos, ¿qué es la obra del ministerio? Está explicada y clarificada en la frase siguiente, edificar el cuerpo de Cristo. La obra de la iglesia es edificar a los miembros, y esa responsabilidad pertenece a cada individuo que es miembro del cuerpo.
¿Cómo podemos saber cuándo el Cuerpo esté siendo edificado? (4:13–14)
Edificar el cuerpo de Cristo no es un trabajo muy definido. Pablo nos dice tres evidencias para ayudarnos a saber cuál es nuestro progreso en la edificación del cuerpo (4:13).La primera evidencia es un entendimiento unificado de Jesucristo y que tiene como resultado, una fe en Él que está creciendo. Este tipo de unidad surge del trabajo de los pastores y maestros para perfeccionar a los santos. Los miembros están “aprendiendo a Cristo” (cf. 4:20), lo cual resulta en una vida cambiada (4:21–24).
La segunda evidencia es la madurez. Los adultos no requieren que se les cuiden; en vez de eso, pueden cuidar de otros. Así es la madurez espiritual en el cuerpo de Cristo. Los miembros toman responsabilidad unos de otros, y se dedican a “la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo.”
La tercera evidencia es la meta de cada creyente: hacerse más como Jesucristo. Por eso Dios ha salvado a los creyentes (Colosenses 3:9–10; Efesios 5:27) y también permite todo lo que pase en sus vidas (Romanos 8:28–29).
Esta unidad, madurez, y semejanza a Cristo no está fácilmente llevada de enseñanza falsa (4:14). Porque los pastores y maestros los instruyen de la Biblia, los miembros del cuerpo no son engañados por el error ni sacudidos por mentiras. El cuerpo, fuerte y maduro, está creciendo cada vez que interactúa entre sí.
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