Sabiduría multiforme


 …para que la multiforme sabiduría de Dios
sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia
a los principados y potestades en los lugares celestiales…
Efesios 3:10

El pasado Día del Señor estudiamos juntos Efesios 3, y me llamó la atención la sabiduría multiforme de Dios que se muestra en la iglesia, un misterio oculto en el Antiguo Testamento, pero revelado a los apóstoles y profetas del Nuevo Testamento. En este nuevo cuerpo, Dios sumó a judíos y gentiles, unidos todos por la obra salvadora de Jesús, disfrutando de todos los privilegios de ser hijos de Dios en Cristo.

Este golpe maestro contraintuitivo de la sabiduría de Dios desconcertó a los “principados y potestades” demoníacos, quienes supusieron que habían frustrado los planes de Dios cuando los judíos rechazaron y crucificaron a su Mesías. Sin embargo, cuando Jesús salió de la tumba en plena demostración de su omnipotencia y victoria sobre el pecado y la muerte, Dios avergonzó abiertamente a estas autoridades espirituales (Colosenses 2:15). Además, la sabiduría de Dios al crear una obra maestra gloriosa de su gracia de judíos y gentiles en la iglesia fue tan audaz y dominante, que, si los “principados y potestades” lo hubieran anticipado, habrían evitado por completo la crucifixión de Jesús (1ª Corintios 2:8). En cambio, celebraron prematuramente la captura de un peón, solo para darse cuenta de que habían caminado directamente hacia el jaque mate.

Nos regocijamos juntos, porque mientras cuarenta y tantos insignificantes se reunieron en el nombre de Jesús en el Día del Señor, fuerzas demoníacas mucho más poderosas y sabias que nosotros estaban observando. Nuestra reunión les recordaba amargamente una vez más de su vergonzosa e inminente derrota, del soberano señorío de Jesucristo y de la inescrutable sabiduría de Dios, que “prende a los sabios en la astucia de ellos” (1ª Corintios 3:19; Job 5:13).

¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios!
¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos!
Porque ¿quién entendió la mente del Señor?
¿O quién fue su consejero?
¿O quién le dio a él primero, para que le fuese recompensado?
Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas.
A él sea la gloria por los siglos. Amén.
Romanos 11:33–36