Una Caja de Herramientas para el Creyente

 

“También os rogamos, hermanos,
que amonestéis a los ociosos,
que alentéis a los de poco ánimo,
que sostengáis a los débiles,
que seáis pacientes para con todos”

(1ª Tesalonicenses 5:14).

No soy experto en arreglar cosas de la casa, pero sí tengo algunas herramientas. He aprendido (normalmente a través de mis errores) que puedo realizar una reparación más rápido y fácilmente cuando tengo (y uso) la herramienta adecuada. En este sentido, a veces describo 1ª Tesalonicenses 5:14 como la “caja de herramientas” para que creyentes traten con sus hermanos.

Enfrenta a aquellos que están pecando.

El primer mandato que da Pablo es "amonestar a los ociosos". La palabra que se traduce como “ocioso” no tiene nada que ver con que una persona sea perezosa, sino se refiere a alguien que está “fuera de lugar”. Cuando un hermano está desobedeciendo un mandamiento bíblico, estamos obligados a abordarlo. Este mandato no es sólo para los líderes, para las personas extrovertidas o para los que tienen personalidades agresivas, sino que a cada creyente se le manda a tomar un papel activo al confrontar a sus hermanos que están desobedeciendo la Palabra de Dios. El objetivo al confrontar a un hermano pecador es restaurarlo a la obediencia (Gálatas 6:1). El motivo y modo de toda confrontación es siempre el amor (1ª Corintios 16:14). La confrontación es la “herramienta” adecuada para una persona que está activamente desobedeciendo.

Anima a los pusilánimes.

En segundo lugar, se nos manda a “alentar a los de poco ánimo”. Cuando un hermano en Cristo se desanima en hacer lo correcto, estamos obligados a animarlo a seguir adelante. Es bastante fácil encontrar muchas personas que se califican como desanimados. Fija su mirada en la fidelidad de Dios y no en sus problemas. Anímalos a seguir haciendo lo correcto, incluso cuando este mundo no lo recompense (2ª Corintios 8:6–8; Gálatas 6:10).

Apoya a los débiles.

En tercer lugar, debemos “sostener a los débiles”. Cuando un hermano está luchando con un pecado, un problema o una duda, estamos obligados a hacer todo lo posible para ayudarlo a superarlo y seguir adelante para el Señor. Así como vendaríamos un tobillo torcido o entablillaríamos un hueso roto, debemos apoyar a los que están luchando (Romanos 12:15; 15:1-3; Gálatas 6:2). Los “débiles” se diferencian de los que están “fuera de lugar” en que se dan cuenta de que están fuera de lugar. Saben que han pecado y están afligidos por ello, pero luchan por superarlo. Debemos ayudarlos a obedecer la Palabra de Dios señalándoles soluciones bíblicas (2ª Pedro 1:3) y ofreciéndoles a rendir cuentas en amor.

Ten paciencia con todos.

Finalmente, se nos manda a “ser pacientes para con todos”. Siempre que tratemos con otros, estamos obligados a ser pacientes con ellos. Ya sea confrontando, animando o apoyando, todos nuestros tratos deben estar marcados por la paciencia. La paciencia, lo contrario del orgullo, está alimentada por el amor (1ª Timoteo 6:11) y surge de la gracia que Dios mostró hacia nosotros (1ª Timoteo 1:12-16).

Cuando tratas con tus hermanos, abre esta “caja de herramientas” y usa este versículo para la gloria de Dios y la edificación de la iglesia.


Este artículo fue publicado en inglés acá.


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