Al resumir este recordatorio de la muerte de nuestro Señor, Pablo dice a los corintios, “Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga” (1ª Corintios 11:26). Hoy día quiero que nos enfoquemos en la última frase, “hasta que él venga”. Haremos tres preguntas. ¿Quién viene? ¿Qué debemos hacer hasta que él venga? Y ¿por qué lo haremos hasta que él venga?
¿Quién viene?
La cena del Señor tiene un propósito bien sencillo, es recordarnos de la muerte de Jesús. Cada vez que la celebramos, estamos plasmando la verdad del sacrificio de nuestro Señor en la cruz por nuestros pecados.En su primera venida, Jesús murió por nuestros pecados, fue sepultado, resucitó el tercer día y ascendió a la diestra de su Padre en la gloria. Pero en su salida, sus discípulos recibieron la promesa de que Jesús regresaría. Hechos 1:9–11 nos cuenta,
Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos. Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, los cuales también les dijeron: “Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo.”
Por eso, podemos entender fácilmente que es nuestro Señor Jesucristo quien viene, porque estamos esperando su venida desde los cielos. Como dice Filipenses 3:20–21,
Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.
¿Qué debemos hacer hasta que Jesús venga?
Pablo manda a la iglesia en Corinto (y, con su autoridad apostólica, a todas las iglesias locales de Jesucristo), que anunciemos la muerte de nuestro Señor todas las veces que comamos el pan y bebamos la copa. Cuando Jesús lo dijo, creó una ordenanza permanente para su iglesia. No celebramos la cena del Señor por tradición, para llenar nuestro calendario o para hacer algo diferente o interesante. La celebramos porque nuestro Señor nos mandó.La Biblia no nos da ninguna instrucción en cuanto a la frecuencia de la cena. A diferencia de la Pascua de los judíos, la cual celebraban una vez al año, Jesús solamente mandó que su iglesia celebre su muerte en la cena del Señor en una forma regular y permanente. En nuestra iglesia, celebramos la cena del Señor mensualmente, el primer domingo del mes, pero otras iglesias locales la celebran todas las semanas o mes por medio. Solo debemos recordar la muerte de nuestro Señor en forma regular y permanente.
¿Qué debemos hacer hasta que Jesús venga? Debemos seguir recordando la muerte sacrificial de nuestro Señor en forma regular y permanente hasta que Jesús venga.
¿Por qué celebraremos la cena del Señor hasta que Jesús venga?
La última pregunta es un poco más difícil para responder. ¿Cómo es de significativa la segunda venida de Jesús al meditar en la cena del Señor?- La segunda venida de Jesús, o más precisamente, la venida de Jesús en las nubes para arrebatar a su iglesia (1ª Tesalonicenses 4:13–17) significa el fin de la vida de la iglesia en la tierra. Desde ese momento y en adelante, “así estaremos siempre con el Señor” (1ª Tesalonicenses 4:17).
- La segunda venida de Jesús también marca un cambio importante para nosotros los creyentes en Jesús. 1ª Corintios 15 nos enseña que en ese momento experimentaremos un cambio completo y final, “todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos” (15:52–52). Nuestros cuerpos corruptibles y mortales se convertirán en cuerpos incorruptibles e inmortales (15:53–54). Desde ese momento, no sufriremos más la presencia ni los efectos del pecado.
- La segunda venida de Jesús realizará la consumación de nuestra salvación. La buena obra que Dios comenzó en nosotros cuando creímos en Jesús será perfeccionada en el día en que estamos con Jesucristo (Filipenses 1:6). Esta buena obra comenzó cuando Dios nos justificó por medio de la fe en Jesús. Dios sigue obrando en nosotros todos los días, ordenando todas las circunstancias de nuestras vidas para conformarnos a la imagen de Cristo (Romanos 8:28–29). Pero viene el día en que esa obra será completa, en que nuestra salvación será finalizada, en que “seremos semejantes a Jesús, porque le veremos tal como él es” (1ª Juan 3:2). Por eso, Pablo anima y alienta a los romanos con este recordatorio: “Ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos” (Romanos 13:11).
¡Con ganas esperamos ese día! Mientras tanto, vivimos aquí con la mirada hacia el futuro y la venida de nuestro Señor y Salvador. Pero hoy día, tomamos un momento tranquilo para mirar hacia atrás y recordar el sacrificio que hizo posible todo esto.
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