En la primera epístola de Pablo a Timoteo, lo instruye a que Timoteo arregle la iglesia de Efeso (3:14–15). Pablo anima a Timoteo a que se mantenga firme en la sana doctrina (1:3–11). Le da instrucciones sobre la oración y la conducta en la iglesia (2:1–15). Escribe las calificaciones para los ancianos y los diáconos (3:1–13). Lo advierte sobre la impiedad creciendo en el mundo
(4:1–5), y llama a Timoteo a que ponga su esperanza en el Dios viviente (4:6–10). Finalmente, le manda a Timoteo que sea pastor fiel de la grey de Dios (4:11–16).
Este pasaje está lleno de mandatos: manda, enseña, ocúpate, permanece, ten cuidado, persiste. Estos mandatos no son muy complejos ni desconocidos para Timoteo—son para recordarle. También son avisos, porque son cosas que pueden estar olvidadas y pasadas por alto.Esto manda y enseña. Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza. Entre tanto que voy, ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza.
No descuides el don que hay en ti, que te fue dado mediante profecía con la imposición de las manos del presbiterio. Ocúpate en estas cosas; permanece en ellas, para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos. Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren.
Nosotros los ancianos debemos enfocarnos en seguir a Cristo fielmente y en animar a que la iglesia haga lo mismo
(1 Tim 4:11–16).
Debemos ser mayordomos fieles de la autoridad de la Palabra de Dios (vv. 11, 13–14).
- Debemos mandar que las ovejas de Dios sigan a su Pastor (cf. 1ª Pedro 5:2; Mateo 28:18–20).
- Debemos explicar y aplicar la Palabra de Dios (la cual es la enseñanza bíblica).
- Debemos prestar atención a la lectura pública de la Palabra de Dios.
- La habilidad y deseo para enseñar la Palabra de Dios es una responsabilidad y un privilegio (cf. 1ª Timoteo 3:2).
- Este ministerio es una administración de Dios (cf. 2ª Timoteo 1:6–7).
Debemos ser ejemplos fieles de la aplicación de la Palabra de Dios (v. 12).
- Nuestras vidas deben corresponder a nuestra enseñanza (cf. Tito 2:7–8).
- Porque estamos expuestos regularmente a la Palabra, debemos cambiarnos primero.
- Debemos demostrar la madurez espiritual—la semejanza a Cristo—en nuestras palabras, en nuestra conducta, en nuestro amor, en nuestra fidelidad, y en nuestra pureza.
Debemos ser discípulos fieles de Jesucristo (v. 15).
- Nuestras vidas deben demostrar la fe que persevera y obedece a Jesucristo.
- Nuestras vidas deben demostrar el progreso en perseverar en la fe y en la obediencia a Jesucristo.
Debemos ser pastores fieles de la iglesia de Jesucristo (v. 16).
- Debemos prestar atención a nuestros corazones, porque las almas eternas están en juego—las nuestras.
- Debemos prestar atención a nuestra enseñanza, porque las almas eternas están en juego—las suyas.
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